La pertenencia a la misma Asociación
y la vocación común, transforma a los Cooperadores Avemarianos en hermanos
espirituales. Siendo todos uno como Cristo es uno con el Padre, así viven en
comunión fraterna mediante los vínculos característicos del espíritu de Miguel
Fenollera.
Comparten con alegría la “vida de
familia” de la Asociación para conocerse e intercambiar experiencias y
proyectos apostólicos y crecer juntos.
Como un modo de crecer en la
comunidad, los Cooperadores Avemarianos se apoyan recíprocamente, sobre todo,
con el intercambio de bienes espirituales.[1]
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